Más allá del deporte, las olimpiadas 2024 nos han hecho ver dónde está la verdadera grandeza, y el marketing tiene mucho que aprender de eso.
Ayer se bajó el telón. Después de dos semanas en las que los ojos del mundo han estado puestos en la Ciudad Luz y en las que fuimos testigos de las proezas humanas: la velocidad, la altura, la creatividad, la fuerza, pero sobre todo: la resiliencia y la colaboración.
Pocas veces, como ésta, hemos visto cómo los más grandes se levantan para celebrar, sostener e incluso ayudar a quienes son su competencia, elevándose -aún más- por encima de sus triunfos deportivos. En la mente de millones de personas quedarán las imágenes de los atletas ayudando a otros a cruzar la meta, cargándolos después de una lesión, invitando al público a aplaudir las ejecuciones del rival, e incluso, quizá una de las más icónica: rindiéndose ante el otro para celebrar, no un triunfo, sino el esfuerzo, la dedicación, la perseverancia.
Ese, el espíritu de la justa, es algo que debería permanecer… y en Cheil México creemos que, además, debería expandirse.
En nuestro mundo, tan competitivo como el de las olimpiadas 2024, donde cada estrategia, ejecución o concepto se analizan con lupa y donde pareciera que no hay espacio para nadie más, ser el mejor es cosa de todos los días.
Aquí, con frecuencia corremos sin mirar atrás, nos lanzamos a ciegas a un triple mortal o conectamos golpes certeros, sin detenernos un instante a ver cómo podemos conectar los esfuerzos.
No nos malentiendan, queremos ser los mejores, pero también sabemos reconocer la grandeza en otros.
Como agencia líder de marcas como Samsung, una de las más importantes del mundo, hemos aprendido que hay más grandeza en la conexión que en el esfuerzo aislado, y por eso trabajamos todos los días por construir relaciones de colaboración y confianza, no sólo con nuestros clientes, sino también con los otros players.
Nuestra filosofía, de transformar los negocios a través de comprender las conexiones humanas y cómo éstas impactan en las relaciones con las marcas, nos ha llevado repensar la forma en que colaboramos y en la que, más que como punteros, funcionamos como articuladores de un éxito que se construye entre todos los que participamos de cada campaña.
Así, cuando conocemos a nuevos clientes, una de las cosas que más nos importa que sepan de nosotros es que sí, claro, somos capaces de hacerlo todo (y hacerlo excelente), pero también somos capaces de articular, liderar y cohesionar los esfuerzos de distintos frentes para crear estrategias efectivas y memorables para las personas, que se conviertan, además, en éxitos para las marcas.
Aprender la lección que nos han dado los atletas en estas semanas y comenzar a ver la colaboración, la admiración y la búsqueda de la excelencia como valores fundamentales para el trabajo entre marcas y agencias, debe ser el highlight principal de este 2024.
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